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El proceso de escribir poesia se puede definir o catalogar de muchas formas. En una de ellas podriamos decir que consiste en crear belleza. Y ya con esa frase podriamos iniciar debates que nos ocuparian decenas de libros y horas de conversacion. ?No es acaso belleza lo que encontramos en obras de arte tambien terribles? Una amiga, poeta y gran decantadora de la realidad, Txiki, me hablo un dia de un cuadro, La balsa de la Medusa, pintado por Theodore Gericault en el siglo XIX, en el que un buen numero de naufragos trata de salvarse del hundimiento de un barco. La escena es terrible, dantesca, pero al mismo tiempo la plasticidad, la forma en que se retrata el dramatismo tiene una exactitud, unas luces y sombras, una credibilidad tal que podria considerarse que alcanzan la perfeccion en cuanto a su belleza. Francisco Munoz Soler tiene en su poesia el trazo de un pintor que conoce muy bien la tecnica por todo lo que lee y ha leido, por todo lo que ha escrito, y al mismo tiempo, como mi amiga poeta que mencionaba antes, tambien posee la cualidad de saber tamizar, intuir, describir en apenas un esbozo algo que puede estar cargado de inocencia o ser grotesco, cruel o temible. Y es que la vida es o puede ser exactamente asi. La poesia la pone encima de la mesa. Si estamos recluidos en nuestras casas contemplando nuestros ombligos y no salimos a ver el mundo, hablaremos de el a traves de las opiniones o descripciones sesgadas que alguien ha hecho para nosotros. Francisco no utiliza intermediarios, su poesia nos trae el mundo, nos lo pone encima de nuestra mesa para que descubramos tanto su grandeza como sus numerosos matices, incluso su crueldad. Sus viajes poeticos nunca son monocromos en su faceta de pintor, sino que son sin excepcion estallidos de color unas veces mas sutiles y otros mas llamativos incluso autenticas bofetadas. Al fin y al cabo, es eso lo que se encuentra una persona que viaja con los ojos y los versos bien abiertos: ahi fuera, lejos de las zonas turisticas y las carceles de extranjeros frente al mar donde todo esta incluido, la vida brota como un rio no secuestrado por el hormigon. Las personas tienen curiosidad, te lo dan todo o te quitan el aliento con una mirada. Un poeta cualificado para descifrar las realidades, para escuchar y transmitir sin traducir lo que ha visto, es una joya cultural que todos deberiamos preservar. Ese es el valor de lo que hace nuestro poeta. Francisco Munoz Soler es un notario, pero no de los que esperan parapetados en su oficina a que lleguen las potenciales victimas de bancos y vendedores a firmar sus hipotecas y transacciones. El es un notario de la poesia, sale a encontrar los corazones que palpitan en el barro de cualquier pais. Es una persona que sabe tratar y aprender de cada persona mas alla del saludo protocolario y el gelido apretar de manos. Viajar nos alimenta el alma, igual que la poesia y nos ayuda a ver nuestra desnudez en el mundo con otros prismas. Asi, nuestra familia, nuestra ciudad, nuestro entorno adquiere matices nuevos cuando acabamos de alejarnos para volver, en un sistole y diastole que tambien es el que hace palpitar a nuestros versos. Porque no es cierto que el mundo es solo un rompecabezas de paises de colores, con banderas y simbolos; el mundo es una coleccion gigantesca de grises que van desde el blanco imposible al negro oscuro y el buen poeta, como buen fotografo, debe encontrar siempre las herramientas exactas, las palabras, giros, el objetivo, el encuadre, las metaforas, el tiempo justo y la abertura ideal que transmita exactamente lo que estabamos viendo y ya no existe. La poesia es ese instante que ya no existira nunca, pero que podemos releer siempre, crecer un poco para no ser jamas la misma persona que abrio el libro instantes antes… Juan Navidad poeta y editor
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El proceso de escribir poesia se puede definir o catalogar de muchas formas. En una de ellas podriamos decir que consiste en crear belleza. Y ya con esa frase podriamos iniciar debates que nos ocuparian decenas de libros y horas de conversacion. ?No es acaso belleza lo que encontramos en obras de arte tambien terribles? Una amiga, poeta y gran decantadora de la realidad, Txiki, me hablo un dia de un cuadro, La balsa de la Medusa, pintado por Theodore Gericault en el siglo XIX, en el que un buen numero de naufragos trata de salvarse del hundimiento de un barco. La escena es terrible, dantesca, pero al mismo tiempo la plasticidad, la forma en que se retrata el dramatismo tiene una exactitud, unas luces y sombras, una credibilidad tal que podria considerarse que alcanzan la perfeccion en cuanto a su belleza. Francisco Munoz Soler tiene en su poesia el trazo de un pintor que conoce muy bien la tecnica por todo lo que lee y ha leido, por todo lo que ha escrito, y al mismo tiempo, como mi amiga poeta que mencionaba antes, tambien posee la cualidad de saber tamizar, intuir, describir en apenas un esbozo algo que puede estar cargado de inocencia o ser grotesco, cruel o temible. Y es que la vida es o puede ser exactamente asi. La poesia la pone encima de la mesa. Si estamos recluidos en nuestras casas contemplando nuestros ombligos y no salimos a ver el mundo, hablaremos de el a traves de las opiniones o descripciones sesgadas que alguien ha hecho para nosotros. Francisco no utiliza intermediarios, su poesia nos trae el mundo, nos lo pone encima de nuestra mesa para que descubramos tanto su grandeza como sus numerosos matices, incluso su crueldad. Sus viajes poeticos nunca son monocromos en su faceta de pintor, sino que son sin excepcion estallidos de color unas veces mas sutiles y otros mas llamativos incluso autenticas bofetadas. Al fin y al cabo, es eso lo que se encuentra una persona que viaja con los ojos y los versos bien abiertos: ahi fuera, lejos de las zonas turisticas y las carceles de extranjeros frente al mar donde todo esta incluido, la vida brota como un rio no secuestrado por el hormigon. Las personas tienen curiosidad, te lo dan todo o te quitan el aliento con una mirada. Un poeta cualificado para descifrar las realidades, para escuchar y transmitir sin traducir lo que ha visto, es una joya cultural que todos deberiamos preservar. Ese es el valor de lo que hace nuestro poeta. Francisco Munoz Soler es un notario, pero no de los que esperan parapetados en su oficina a que lleguen las potenciales victimas de bancos y vendedores a firmar sus hipotecas y transacciones. El es un notario de la poesia, sale a encontrar los corazones que palpitan en el barro de cualquier pais. Es una persona que sabe tratar y aprender de cada persona mas alla del saludo protocolario y el gelido apretar de manos. Viajar nos alimenta el alma, igual que la poesia y nos ayuda a ver nuestra desnudez en el mundo con otros prismas. Asi, nuestra familia, nuestra ciudad, nuestro entorno adquiere matices nuevos cuando acabamos de alejarnos para volver, en un sistole y diastole que tambien es el que hace palpitar a nuestros versos. Porque no es cierto que el mundo es solo un rompecabezas de paises de colores, con banderas y simbolos; el mundo es una coleccion gigantesca de grises que van desde el blanco imposible al negro oscuro y el buen poeta, como buen fotografo, debe encontrar siempre las herramientas exactas, las palabras, giros, el objetivo, el encuadre, las metaforas, el tiempo justo y la abertura ideal que transmita exactamente lo que estabamos viendo y ya no existe. La poesia es ese instante que ya no existira nunca, pero que podemos releer siempre, crecer un poco para no ser jamas la misma persona que abrio el libro instantes antes… Juan Navidad poeta y editor