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En los territorios de la poesi a, chinesca es la sombra que nos delata el entreacto, el paso sigiloso por la filigrana, el paisaje. Esacuraduri a de asumir mundos lejanos o posibles en el verso nos deja un deseo de reencontrarnos, de existir contra viento y marea. Asi nos propone Albany Flores Garca estas parcelas; a manera de arbolario, de casa son ada, de espacio vital para desdibujar otras puertas, otros horizontes.El tiempo vuelve en estas pa ginas a la rai z plato nica y constantemente nos afianza la casa, la evocacio n del poeta, el amor supuesto. Cada a rbol es un puente sobre otro a rbol, y la figuracio n logra viajar en el tiempo y volver al tiempo recobrado: el a rbol es el tiempo recobrado.Esa magia se nos hace realidad cuando el escriba sabe de tales presunciones. Es necesario que alguien recobre la memoria, nos ilusione, nos convenza de que esta es su casa y no otra, que todo es posible en estos li mites, que lo sustancial es son ar.El poema es entonces la mejor casa para morar en estos tiempos: el poema se hace a rbol para escapar del cansancio y juzgar asi lo que acontece. El poeta se ha convertido en son ador del viaje que le queda, en un augur de esos horizontes.La contraposicio n de un tiempo con otro, visto entre los textos que se sostienen sin ti tulo (so lo con una enumeracio n posible), es tambie n una suerte de divertimento para alcanzar lo sagrado, lo que el poeta reconoce para continuar el camino.Albany Flores Garca ha logrado, con una sabiduri a milenaria, al estilo del autor de El Profeta -a quien cita a manera de po rtico-, enmendar ese paisaje para reconocerse como un son ador, como un ente dispuesto al oficio.No se trata de un arbolario donde el escriba detal- la en lati n sus conocimientos sobre bota nica. No se trata de un poemario ma s en el espectro de los li- bros que se publican por doquier. El a rbol hace casa al son ador nos enjuicia la sed del amanuense, y nos reconstruye el horizonte a manera de casa posible, de suen o para el que edifica tantas verdades juntas.Luis Manuel Pe rez Boitel(Premio Casa de las Ame ricas)Isla de Cuba, bajo el interminable verano de 2018
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En los territorios de la poesi a, chinesca es la sombra que nos delata el entreacto, el paso sigiloso por la filigrana, el paisaje. Esacuraduri a de asumir mundos lejanos o posibles en el verso nos deja un deseo de reencontrarnos, de existir contra viento y marea. Asi nos propone Albany Flores Garca estas parcelas; a manera de arbolario, de casa son ada, de espacio vital para desdibujar otras puertas, otros horizontes.El tiempo vuelve en estas pa ginas a la rai z plato nica y constantemente nos afianza la casa, la evocacio n del poeta, el amor supuesto. Cada a rbol es un puente sobre otro a rbol, y la figuracio n logra viajar en el tiempo y volver al tiempo recobrado: el a rbol es el tiempo recobrado.Esa magia se nos hace realidad cuando el escriba sabe de tales presunciones. Es necesario que alguien recobre la memoria, nos ilusione, nos convenza de que esta es su casa y no otra, que todo es posible en estos li mites, que lo sustancial es son ar.El poema es entonces la mejor casa para morar en estos tiempos: el poema se hace a rbol para escapar del cansancio y juzgar asi lo que acontece. El poeta se ha convertido en son ador del viaje que le queda, en un augur de esos horizontes.La contraposicio n de un tiempo con otro, visto entre los textos que se sostienen sin ti tulo (so lo con una enumeracio n posible), es tambie n una suerte de divertimento para alcanzar lo sagrado, lo que el poeta reconoce para continuar el camino.Albany Flores Garca ha logrado, con una sabiduri a milenaria, al estilo del autor de El Profeta -a quien cita a manera de po rtico-, enmendar ese paisaje para reconocerse como un son ador, como un ente dispuesto al oficio.No se trata de un arbolario donde el escriba detal- la en lati n sus conocimientos sobre bota nica. No se trata de un poemario ma s en el espectro de los li- bros que se publican por doquier. El a rbol hace casa al son ador nos enjuicia la sed del amanuense, y nos reconstruye el horizonte a manera de casa posible, de suen o para el que edifica tantas verdades juntas.Luis Manuel Pe rez Boitel(Premio Casa de las Ame ricas)Isla de Cuba, bajo el interminable verano de 2018