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Novela er tica con refrescantes pinceladas de humor cubano.
La cabellera de Berenice cuenta los deseos y angustias de Leonardo, un adolescente, enamorado de su prima… mucho mayor que l. La aventura de Lolita al rev s en medio del escenario surrealista de Cuba.
Yo sent a la piel tibia de mi prima, los latidos acelerados de su pecho y las palpitaciones r tmicas de su vientre y, aunque no comprend a totalmente lo que estaba pasando, sent a una sensaci n de placer que siempre acababa reflej ndose en una vergonzosa dureza en mi entrepierna. Mi prima me acariciaba la cabeza con una de sus manos mientras que con la otra se sobaba los muslos. Yo cerraba los ojos, tal vez avergonzado, para no ver m s la escena de la televisi n y pensar solo en mi prima. Berenice y yo. Mi prima y yo en la playa. Los dos solos en una casa de campo. Berenice y yo en una isla desierta. Juntos en una nave espacial sovi tica rumbo a Marte. Y todo el tiempo mi prima acarici ndome, yo tumbado en su regazo, respirando aquellos efluvios tibios que me llegaban desde su pelvis.
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Novela er tica con refrescantes pinceladas de humor cubano.
La cabellera de Berenice cuenta los deseos y angustias de Leonardo, un adolescente, enamorado de su prima… mucho mayor que l. La aventura de Lolita al rev s en medio del escenario surrealista de Cuba.
Yo sent a la piel tibia de mi prima, los latidos acelerados de su pecho y las palpitaciones r tmicas de su vientre y, aunque no comprend a totalmente lo que estaba pasando, sent a una sensaci n de placer que siempre acababa reflej ndose en una vergonzosa dureza en mi entrepierna. Mi prima me acariciaba la cabeza con una de sus manos mientras que con la otra se sobaba los muslos. Yo cerraba los ojos, tal vez avergonzado, para no ver m s la escena de la televisi n y pensar solo en mi prima. Berenice y yo. Mi prima y yo en la playa. Los dos solos en una casa de campo. Berenice y yo en una isla desierta. Juntos en una nave espacial sovi tica rumbo a Marte. Y todo el tiempo mi prima acarici ndome, yo tumbado en su regazo, respirando aquellos efluvios tibios que me llegaban desde su pelvis.